Caridad y ayuda humanitaria: racismo e hipocresía.

He perdido un par de amistades por culpa del Teletón. Me niego a colaborar y a formar parte de la ramplonería más trivial y cursi de la televisión mexicana. Más allá de si Televisa evade impuestos con tareas que le corresponden al gobierno, me niego a ser tan bueno, tan caritativo, tan racista y tan hipócrita. Yo no sé cuántos extorsionadores, defraudadores, explotadores, transas en general, hacen su valiosa aportación al Teletón; tampoco imagino cuántos burócratas que hacen los trámites más engorrosos (pudiéndolos hacer más fáciles), cuántos funcionarios públicos que meten facturas falsas a los presupuestos, cuántas industrias contaminantes, cuántos concesionarios de servicios públicos, cuántos consultores, cuántos proyectistas o profesionistas que disfrazan de éxito el robo o la explotación son, al mismo tiempo, generosos donantes del Teletón. No me quiero mezclar con ellos.

El problema de la caridad -cristiana o atea (porque hay una caridad marxista)- es la verticalidad. La caridad (virtud, hábito, sentimiento, o relación funciona en la realidad transitando de alguien "muy bueno" hacia algún jodido. La caridad para existir requiere un buen sistema de injusticia y por lo tanto, constituye el pilar que legitima a nuestro sistema de producción de jodidos: si los producimos, les ayudamos.


¿Por qué tendríamos que ayudar a los demás si no es para apagar ese sentimiento de culpa (pecado) que sentimos por joderlos, por despreciarlos? Por ejemplo: Los niños cancerosos le producen tanto asco a "Lucerito" que ella fue capaz de desprenderse de cierta parte de su belleza, con tal de tapar la fealdad y monstruosidad de estos niños; si no se les considera monstruosa su pelonez ¿por qué habría que hacerles pelucas, por qué habría que taparlos, ocultarlos? el acto fue montado como una ceremonia en donde el poder se presenta en forma de caridad.


La caridad también posee modas, paradigmas, tendencias. Hasta hace unas semanas "ayudar a nuestros hermanos de Haití" fue una moda muy cómoda. Uno se dirige al supermercado y compra $100.00 pesos en despensa, se dirige a la Cruz Roja y deja ahí "la ayuda humanitaria". Todo se guarda y se manda en barcos. México encabezó la lista de países más generosos, señal inequívoca de nuestro profundo racismo. Por televisión (otra vez Televisa) vimos a los "hermanos haitianos" despedazarse por la comida que les aventamos: "con razón están tan jodidos, si son como animales". La imagen que conservamos de los haitianos es de negros, pobres, brujos, jodidos por naturaleza (véanse los comentarios vertidos por la afición mexicana en un partido México-Haití; www.mediotiempo.com) y además estos haitianos fueron terminados de joder por un "fenómeno de la naturaleza". Nuestra ayuda humanitaria es telepática, aprovecha la movilización contemporánea y no requiere el desagradable contacto con el jodido.


Ayer tembló en Chile, aunque el temblor fue similar, el daño fue menor. Estoy seguro que el discurso cambiará. Se mandará ayuda humanitaria posiblemente; pero no bajo el discurso de la despensa de atún y el agua; los chilenos no están tan jodidos: para su mal con unas oraciones bastará. Chalco se inundó ¿dónde queda Chalco? Demasiado cerca para nuestra caridad.
















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